Todo lo que existe ya es, por su propio estar, ya habita el espacio. Pero sólo hasta que ese algo, esa entelequia o cosa concreta, es nombrado, bautizado, contenido en una micro parte del todo, adquiere su dimensión conceptual.

Un ejemplo simple: La leche de vaca es un producto de la res, que utiliza para sus crías, es tan valiosa para ellas como su sangre, pues de ella depende el éxito vital de su especie.

Eso quiere decir que la leche existe y cumple su función ajena a cualquier otro ser o cosa. Pero es sólo hasta que los humanos llamaron Leche de Vaca  a ese líquido particular, que se estandarizó su uso, su cosificación como producto de consumo aceptado masivamente.

Así se desvirtuó su propósito por un acto fundacional de supervivencia humana que más tarde fue convertido en un conglomerado industrial global que en sí mismo sostiene imperios multi-millonarios como las pizzerías o las quesadillas, las que van con queso, obvio.

Por lo tanto, piensen bien la próxima vez que nombren algo porque eso alterará profundamente su sentido de la existencia y probablemente, la historia de la humanidad en el planeta.